miércoles, 3 de octubre de 2012

Las abejitas


Bien, pues resulta que el otro día estuve en un camping, y en los campings hay naturaleza, y en la naturaleza, hay bichos. Y a los bichos quería llegar yo, porque resulta que una simpática abejita se dedicó a rondarme mientras yo leía tranquilamente un libro, sé que resulto irresistible, tan concentrado y eso, pero tampoco es cuestión de saltarse las maneras. Al menos que me invitara a un café o algo, digo yo. El caso es que me dio por pensar, ya sabéis, era uno de esos momentos en lo que lees una línea mil veces y tu cabeza está en otra parte. Y pensaba yo lo siguiente: “Las abejas no son unos insectos muy provechosos a la hora de cazar, que digamos, porque claro, como la palman después de un picotazo, en caso de guerra su número de bajas sería como poco el número de enemigos que matan. Con lo que, a menos que superen las fuerzas enemigas con creces, no podrán ganar una mísera batalla.” Y luego, como quien no quiere la cosa y porque uno lleva a lo otro y nos podemos tirar así toda la mañana, pensé en los rusos (por lo del número de tropas) y en los kamikazes japoneses (por lo de morirte al matar y todo eso) y me dije que, realmente, no somos tan diferentes de los animales ni en nuestros peores momentos. Lo que hace de nuestra supuesta “superioridad intelectual” una completa farsa, a pesar de que nos la hayan vendido siempre. Aunque bueno, es cierto que ya había llegado a esa conclusión antes, al ver las barbaridades que cometemos día tras día, pero en fin, nunca me había parado a pensarlo tan, digamos, científicamente (qué queréis, soy de letras). Y eso es todo, al final la abeja no me picó y, después de hablar de mis idas de olla con una amiga me dije: “Pues podría escribirlo y así ya tengo otra entrada”. Así que aquí estamos, señorass, señores e indecisos. Un saludo.

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